Ya con el Mundial plenamente consolidado, el concurso para sustituir la Copa Jules Rimet por una nueva, atrajo a más de 50 artistas. El ganador, el italiano Silvio Gazzaniga presentó un trofeo que representa a dos atletas en el momento de la victoria, cuyos cuerpos nacen de la base y se estiran en espiral hacia la cúspide, en la que aguantan el globo terráqueo.
El dramatismo de la figura ya es un valor añadido, aunque la copa es una joya en sí misma, puesto que está elaborada en oro de 18 kilates. En su peana, enmarcada por dos franjas de malaquita, aparece el nombre del galardón. Además, tiene ya preparados los espacios para inscribir el nombre de los equipos campeones de 17 mundiales, desde 1974 hasta 2038, fecha de caducidad del trofeo.
A diferencia de su antecesora, la Copa de la FIFA no pasará a ser propiedad de ninguna federación. Los campeones recibirán una réplica chapada en oro, pero nunca la original.
En 2005, el trofeo fue restaurado por su creador. Gazzaniga afirmó que volver a tenerla en sus brazos era «como volver a encontrar a un hijo al que no veía desde hacía años». Apuntó además tres claves de su éxito: «su dinamismo, el que sea una escultura, y el que la alcen los mejores futbolistas».
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